domingo, 15 de febrero de 2009

Dime adios al menos


Cuando se rompe una amistad o un amor, se rompe una fibra en nuestro interior que duele.
Hemos pasado tanto tiempo juntos, tantas cosas buenas, que nos resistimos, al menos a mí me pasa, admitir que lo malo que ha ocurrido supera a lo bueno que transcurrió.
Ya incluso sin balancear, se me rompe el corazón pensando que todo lo bueno se perderá. Cuando se cierra la puerta para siempre con un portazo, muchas veces me han dado ganas de decir, en una pose absurda para el momento "dime adios al menos".
Es un intento desesperado por salvar la nave, por evitar que se hunda completamente en el abismo del olvido, agarrar un cabo a la desesperada, de una relación que se nos escurre entre las manos jabonosas de la ira.
Una persona que hubo en mi vida me dijo que en su idioma hay una frase que se ajusta a lo que quiero decir: "no hay que cerrar las puertas con el culo".
Y yo me he pasado la vida haciéndolo. Por eso ahora que tengo más tiempo para hacer crecer mi paciencia, reparo mucho más en estos detalles.
Afortunadamente hay otro ámbito mucho más agradable donde me gusta usar "dime adios al menos", y es en esos momentos cotidianos en los que se obvian detalles transparentes que en el fondo acuñan el amor en una relación. Esos momentos en los que impones tu deseo de mostrar tu cariño aunque las prisas no nos den un respiro...

2 comentarios:

  1. A mí no me gusta la palabra adiós, aunque a veces es necesaria.
    Me hubiera gustado que alguna relación en mi vida hubiera terminado con palabras, con un final y con un adiós.
    Pero afortunadamente eso sólo lo pienso de alguna en concreto, porque no me gusta borrar de mi corazón por completo a las personas que me han dado mucho de ellas, que me han regalado momentos que pertenecen a mi existencia, a mí.

    Sí que es cierto que a veces las relaciones cambian o se llenan de sentimientos dolorosos, pero está en nuestras manos pasar página e intentar quedarnos con lo bueno.

    No sé si mi forma de ver las cosas es pura supervivencia o si tiene algo de inteligente, pero me gusta quedarme con lo bueno, y no dejar puertas abiertas, sino mis brazos abiertos para aquellos que me regalaron vida y que posiblemente me la sigan regalando aunque no lo sepan.

    A ti especialmente, te llevo en mi corazón, lo sabes y me gusta decírtelo.

    Mis brazos están abiertos para cuando lo necesites, así que nada de adiós, sino bienvenido siempre.

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  2. A mi no me gusta decir adiós, pero ojalá lo hiciera siempre con un abrazo.

    De todos mis abuelos, solo me pude despedir de mi abuela. Recuerdo que estaba sola en casa con ella y yo sabia que estaba mal, así que llamé a una ambulancia. Cuando se la llevaron yo intuía que no la volvería a ver, así que me despedí de ella. Le di muchos besos y ella me dijo que me quería. Fueron las ultimas palabras que dijo... ojalá me hubiera despedido así de los otros. Es como, llevar todo lo vivido con estas personas, al corazón, para recordarlas. Despedirlas de mi vida, pero no de mi existencia.

    Cuando fuí a recoger las cosas a casa de mi ex, tuve que ir con la policía acompañada por miedo a que pasara algo. Yo cogí mis cosas y le miré fijamente. Me dijo que no era necesario, yo le dije que no fué necesario lo que me hizo; entonces el lo negó todo. Y yo le dije, vale, adios.

    Despues han pasado muchas cosas, pero, a pesar de todo; me hubiera gustado despedirme con un abrazo. Yo me quedo con lo bueno que vivimos y lo felices que fuimos; lo malo, me lo guardo para cuando necesite recordarlo.

    No me gustan las despedidas, pero entre eso y nada; yo prefiero dar un abrazo. Como un paso necesario, para seguir mi camino, aunque nuestros caminos ya no estén entrelazados.

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