viernes, 10 de abril de 2009

la hoguera de las vanidades


Míralos, como reptiles,
al acecho de la presa,
negociando en cada mesa
maquillajes de ocasión;
siguen todos los raíles
que conduzcan a la cumbre,
locos por que nos deslumbre
su parásita ambición.
Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta;
mercaderes, traficantes,
mas que nausea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza...
....el que trepe a lo más alto, ponga a salvo su cabeza...

Hablaba Aute seguramente de los que vendían libertad y nos metieron en la cárcel de sus propias ambiciones.
La ambición no deja ver la belleza, pero eso sólo ocurre cuando consigues lo que ambicionas... o en el camino. Antes pudiste ser alguien sensible, incluso hiciste apología de todo lo que alimenta el alma, se te hinchaba la boca con libertades, amor, generosidad, solidaridad. Pero decidiste pasarte al lado oscuro por puro cambiar de aires por un día, y las lentejuelas de la ambición te sedujeron.
Mi duda está en si en tu torre de marfil puedes ver la belleza, o si aun viéndola, ya no te emociona tanto como estar en la cima.

1 comentario:

  1. Los deseos ardientes por llegar a la "cima" de algo, creo que acaban con la sensibilidad de las emociones más puras, simplemente porque se ponen otros valores como únicos.

    Me pongo del lado de la belleza.


    Besos.

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