
Sus rizos tienen electricidad. Cuando te habla y cecea no puedes sino desear comértela. Con eso estaría diciendo que me gusta a secas, pero esa es simplemente su tarjeta de visita. Detrás de cada una de sus preguntas hay un eficiente archivador de sabiduría, y ya me dí cuenta cuando la conocí, tenía sólo 17 años y lo curioso es que no solo hacía preguntas, luego las procesaba y te hacía un feedback que te sentaba de culo. Pasado un tiempo le dije que tenía que aprender a volar sola, pero no me hizo caso de todo. Construyó un paréntesis entre nosotros que me dejó preocupado, pero de nuevo se dejó ver, con su vida lanzada a mil por hora en un tren que chirriaba y las vías desalineadas. A fin quiso dejar su nido y e irse de compañera de piso con 17, que es un sol. Ahora la luz que sale de ese piso deslumbra Madrid, supongo, no las he visto aun, pero tal y como me hablan, sale felicidad de esas palabras. Este es el momento de empezar a vivir de verdad, a luchar y sufrir, a disfrutar y respirar. No desaproveches la oportunidad.