jueves, 14 de mayo de 2009

El último tango


Bien, entre el gripazo, la alergia, el sustito que me dió el corazón, los que me da hacienda, y nuevas alegrías que me ha dado la vida, casi no he tenido tiempo de escribir.
Me dice el cardiólogo que no tengo nada de qué alarmarme, por lo tanto vuelvo a arrancar tranquilo, ahora eso sí, voy a intentar ser mas riguroso con el tema físico, incluyendo la dieta.
Conocí a una chica. La cosa promete, no promete ser ideal de la muerte, pero sí ser algo que merezca la pena. Y voy a intentar ponerme a ello.
Ayer hablaba de ello con 133, y ella a mí de su Marlon Brando particular, entrando en los detalles más íntimos y bizarros. Dios mío. Me dejó patidifuso, confieso. También confieso que me puso a cien mil por hora. Su historia con ese tío, del que yo ya conocía los detalles generales, deja en paños menores al tango de Bertolucci y a la Lulú de Almudena Grandes. Aunque me excitó mucho lo que me contó, en realidad yo siempre busco mis límites en las sutilezas de los caminos ya recorridos, pero esto que conocí ayer es lanzarse sin frenos por rutas desconocidas y escabrosas.
Lo que me duele es saber a ciencia cierta que esos caminos que 133 transita sin consciencia y sin frenos, no tienen solución de continuidad. Esa manera de amar no es sostenible, y como tal, es una droga que la va a matar.
En esta última relación que estoy viviendo creo que estoy experimentando la misma intensidad que 133 busca con ansiedad, con la diferencia que yo no renuncio a la ternura, a la implicación y al respeto mutuo. Creo que confunde las formas con el fondo, y está siendo esclava de esas formas porque teme que de otro modo no podrá alcanzar ese fondo. NO ES VERDAD. Sí que se puede. No imagines inexistentes correspondencias entre formas y fondos, no necesariamente hay un sólo camino para llegar a cada lugar.

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